domingo, 24 de enero de 2010

LA TORRE

* El primer trabajo del 2º trimestre no está todavía acabado, queda retocarlo y subir más fotografías :

La torre de Pisa es uno de los grandes errores de la arquitectura a lo largo de la historia, lo que ha hecho de ella una de las mayores atracciones turísticas del mundo.

La causa de su inclinación está en los basamentos de la torre, o más bien, en la falta de basamentos. La torre tiene 55 metros de altura, pero sus cimientos sólo tienen 3 de profundidad. Inmediatamente después de que se empezara a construir, el suelo empezó a ceder. Eso ocurrió en 1173, y desde entonces el suelo ha estado cediendo lentamente.

Cuando se terminó, las plantas superiores se habían construido de manera distinta a los primeros planos, con el fin de hacer contrapeso a la incipiente inclinación.

Esto sucedió en los últimos años del siglo XIV. Los cambios debieron tener efecto, porque en los últimos seiscientos años la famosa Torre de Pisa ha estado inclinada, pero sin estrellarse contra el suelo.

LA CATEDRAL




La catedral de Santa María Asunta, en el centro de la Piazza dei Miracoli es la catedral medieval de Pisa. Obra más representativa del románico, en particular del románico pisano, muestra el testimonio tangible del prestigio y de las riquezas alcanzadas por la república marinera de Pisa en el momento de su apogeo.


Época de su construcción:


Fue iniciada en 1063-1064 por el arquitecto Buscheto, con la décima del botín de la empresa pisana contras las Islas Baleares. Se fundieron en ella elementos estilísticos diversos, clásicos, lombardo-emilianos, bizantinos y en particular islámicos para probar la presencia internacional de los mercaderes pisanos de aquellos tiempos. En el mismo año se iniciaba también la reconstrucción de la Basílica de San Marcos en Venecia, por lo que puede colegirse que también hubo cierta rivalidad entre las dos repúblicas marineras para crear el lugar de culto más bello y suntuoso.

La catedral fue consagrada en 1118 por el Papa Gelasio II, que pertenecía al grupo pisano de los Gaetani (o Caetani), condes de Terriccio y d'Oriseo, pero ya en la primera mitad del siglo XII fue ampliado bajo la dirección del arquitecto Rainaldo a quien correspondió el proyecto de la fachada actual, concluida por su grupo de maestros guiados por los escultores Guglielmo y Biduino.

El aspecto actual del complejo edificio es el resultado de repetidas campañas de restauración que se sucedieron en diversas épocas. Las primeras intervenciones radicales se realizaron tras el incendio de 1595: se elaboraron las puertas de bronce de la fachada, obra de escultores de la escuela de Giambologna; a partir del siglo XVIII se inició el progresivo revestimiento de las paredes internas con grandes pinturas en tela, los quadrones con Historias de beatos y santos pisanos, realizados por los principales artistas de la época gracias a la iniciativa de algunos ciudadanos que se financiaron creando una actividad comercial para el efecto.

Las intervenciones sucesivas se dieron durante el siglo XIX y se concentraron en las decoraciones internas y externas, que en muchos casos, por ejemplo para las esculturas de la fachada fueron sustituidas por copias (los originales están en el museo.


Perfil artístico

Al inicio, el edificio tenía planta de cruz griega y la cúpula sobre el cruce de ambos brazos. Hoy tiene planta de cruz latina con cinco naves con ábside y transepto de tres naves. El interior sugiere un efecto espacial similar al de las grandes mezquitas.


Exterior


La puerta central de la Catedral


La riquísima decoración comprende mármoles multicolores, mosaicos y numerosos objetos de bronce provenientes del botín de guerra, entre los cuales el Grifo usado como parte del techo, junto a Palermo en 1061.

Los arcos de perfil agudo hacen referencia a influencias musulmanas y del centro de Italia. La fachada de mármol gris y blanco, decorada con incrustaciones de mármol colorado fue edificada por el maestro Rainaldo.

Su famoso campanario la Torre de Pisa Los tres portales están bajo tres órdenes de logias divididas por cornices con teselas de mármol, tras las cuales se abren monóforas, bíforas y tríforas.

La puerta principal de bronce macizo fue fundida en el taller de Giambologna, pero antiguamente los visitantes entraban en la catedral a través de la Puerta de San Raniero, hoy colocada atrás, frente a la Torre inclinada. Fundida en torno al 1080 por Bonanno Pisano, y única que sobrevivió al incendio que semidestruyó la nave, esta puerta fue transferida de su lugar original en la fachada precisamente tras el incendio.

La puerta de san Raniero está decorada con 24 motivos ornamentales dentro de cornices. Esta puerta es una de las primeras producidas en Italia en la Edad Media, tras la importación de numerosos ejemplos de Constantinopla (en Amalfi, Salerno, Roma, Montecassino, Venecia) y se admira de ella una sensibilidad occidental, que se separa de la tradición bizantina.

Sobre las puertas hay cuatro filas de galerías abiertas, con la Virgen y el Niño en la cima y, en los ángulos, los cuatro evangelistas, la tumba de Buscheto se encuentra a la izquierda de la puerta norte de la fachada.



Interior


El interior está revestido de mármoles blancos y negros, tiene un techo a artesonados dorados del siglo XVII, en madera y pintado, por los florentinos Domenico y Bartolomeo Atticiati. No se sabe si el techo original fuera similar o de simples armaduras. El techo actual dorado muestra el escudo de los Médici.


En el punto de encuentro entre los transeptos y el cuerpo central se alza la cúpula con frescos de la Virgen en la gloria y los santos de los pisanos Orazio y Girolamo Riminaldi (1627-1631).

Las impresionantes columnas graníticas en estilo corintio entre la nave y el ábside provienen de la mezquita de Palermo, botín de la batalla en la “Cala” de 1063.


El Ábside:


El gran mosaico del ábside con Cristo en majestad, rodeado por la Virgen y San Juan Evangelista fue terminado con el rostro de san Juan por Cimabue en 1302, y sobrevivió milagrosamente al incendio de 1595. El San Juan Evangelista es la última obra realizada por él antes de la muerte y una de las pocas de las que existe documentación certificada. Evoca los mosaicos de las iglesias bizantinas y normandas, como la de Cefalú y Monreale, en Sicilia.

Entre las obras medievales que escaparon al incendio figuran el fresco La Virgen con el Niño del pisano Maestro de San Torpè en el arco triunfal, y bajo él el pavimento cosmatesco, realmente raro fuera del Lacio. Fue realizado con teselas de mármol usando temas geométricos en opus alexandrinum (mitad del siglo XII).





El Púlpito de Giovanni Pisano:



El púlpito de la Catedral, obra maestra de Giovanni Pisano, sobrevivió al incendio pero fue desmontado durante los trabajos de restauración y no fue repuesto hasta 1926. Con su estructura arquitectónica y la compleja decoración escultórea, la obra es una de las más vastas narraciones por imágenes del siglo XIV que refleja la renovación y el fervor religioso de la época. En las placas, ligeramente curvas, se han esculpido con un lenguaje expresivo los episodios de la Vida de Cristo. La estructura poligonal, como los ejemplos análogos precedentes, en el púlpito de Pisa, de Siena y de Pistoya, pero por primera vez los paneles están ligeramente curvados, dando una idea de circularidad nueva en su género. Igualmente originales son:

• La presencia de cariátides, figuras esculpidas en el lugar de simples columnas, que simbolizan las Virtudes.

• La adopción de ménsulas en lugar de arcos para sostener el piso alzado.

• El extraordinario sentido del movimiento, dado por las numerosas figuras que llenan cada espacio vacío.


Por estas cualidades unidas a la técnica narrativa de las nueve escenas es considerado como la obra maestra de Giovanni y de toda la escultura gótica italiana.

El púlpito solicitado a Giovanni sustituyó a otro realizado por Guglielmo (1157-1162) (púlpito del Maestro Guglielmo), que fue enviado a la Catedral de Cagliari, dependiente del arzobispo de Pisa.


Dado que no había documentación de cómo era el púlpito antes de ser desmantelado, fue reconstruido en una posición distinta de la original y, seguramente, con las partes en el mismo orden y orientación de como se había pensado. No se sabe si poseía o no una escalera de mármol.

EL BAPTISTERIO

...



La Basílica de San Giovanni, conocida como el Baptisterio de Florencia es probablemente el mejor ejemplo de arquitectura románico-toscana de planta octogonal. Se desconoce con certeza el origen de esta construcción, dedicada a San Juan Bautista, patrón de la ciudad. Actualmente, los expertos consideran que es una obra románica de los siglos XI-XII, aunque inicialmente se fechaba en el siglo V. Fue la primera catedral de Florencia, pero en 1128 se convirtió en el Baptisterio, ya que Florencia había crecido mucho y necesitaba una catedral mayor para albergar a toda la población, en caso de que fuera necesario.

La iglesia tuvo muros de piedra fuerte natural y, posteriormente, se añadió un revestimiento de mármol blanco de Carrara y mármol verde de Prato, con doble orden de pilares que sostienen unas arcadas decorativas. El Baptisterio fue construido sobre las ruinas de una iglesia paleocristiana; de hecho, en sus cimientos conserva parte de la construcción romana y algunos mosaicos.

El interior está diferenciado por dos órdenes arquitectónicos, la parte inferior con columnas de granito de capiteles dorados, alternadas con pilares y la parte superior, con pilares más pequeños que se intercalan con las ventanas de la galería donde se sentaban las mujeres. La linterna se encontraba abierta, pero fue cerrada en 1550. La decoración del suelo y las paredes es sobria y armoniosa.

El Baptisterio alberga obras como la María Magdalena de Donatello o el monumento funerario de Baldassarre Cossa, el antipapa de Nápoles, de Donatello y Michelozzo. Antiguamente, la pila bautismal se encontraba en el centro, pero la fuente actual data del siglo XIV, es menor y se encuentra ubicada a la derecha. Los mosaicos de la cúpula son magníficas obras de arte de estilo bizantino, con motivos del Génesis, de la vida de San José, de Cristo y de San Juan.



  • Púlpito del baptisterio de Pisa


Entre los conjuntos decorativos paleocristianos más antiguos de Roma se hallan los murales de la basílica de San Juan de Letrán. Tras el arco de triunfo que separa el transepto de la capilla mayor encontramos un sensacional conjunto decorativo, presidido por la Cruz como símbolo de la victoria de Cristo. Sobre ella se muestra el cielo presidido por las figuras de la Trinidad y acompañados por ángeles en ambos lados. En la tierra, la cruz es fuente de los cuatro ríos del Paraíso y a ella van a beber los ciervos. La Virgen y san José encabezan los grupos de santos que acompañan a la Cruz, recortado el conjunto sobre un fondo dorado. El hieratismo y la influencia bizantina caracterizan a las diversas figuras.

Púlpito realizado por el escultor gótico Nicola Pisano para el baptisterio de la ciudad de Pisa, actualmente conservado in situ aunque no en su exacta ubicación original. Se trata de un púlpito monumental de algo más de 4,5 m de alto, completamente exento, construido con mármoles de diferentes colores y con una extraordinaria profusión de esculturas, también coloreadas en parte (aunque quedan pocos restos de la policromía). Al contrario que los tradicionales púlpitos rectangulares de la Toscana, éste fue concebido en forma de hexágono, lo que refleja tanto la estructura del edificio baptisterial como la de la piscina, obra de Guido da Como. Se alza sobre siete columnas coronadas por capiteles corintios, seis en cada vértice del hexágono y una en el medio, que tiene una base más alta y decorada con animales y figuras humanas agachadas. Tres de las otras columnas se apoyan sobre la figura de un león, mientras que las restantes, alternas, lo hacen en bases simples. Las columnas sostienen arcos trilobulados sobre los cuales se apoya el púlpito propiamente dicho. Si la composición de la pieza es innovadora todavía más lo son sus esculturas, que se consideran el primer ejemplo de escultura gótica en Italia. Son excepcionales los grandes paneles en relieve que decoran cinco de las seis caras del púlpito (la sexta es la entrada).

PISA




La Plaza, uno de los centros principales en el mundo del arte medieval, en parte pavimentada y en parte cubierta de césped, está dominada por 4 grandes edificaciones religiosas que integran un impresionante conjunto arquitectónico: El Duomo, la Torre inclinada de Pisa (que es el campanario de la catedral de Pisa), el Baptisterio y el Camposanto.


En 1987 la plaza fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


- El corazón de la Piazza dei Miracoli es el Duomo, catedral medieval dedicada a Santa Maria Assunta. Es una basílica de 5 naves con un transepto (término utilizado en arquitectura religiosa para designar la nave transversal que en las iglesias cruza a la principal ortogonalmente) de tres naves.


Su construcción comenzó en 1064 por Buscheto y dió origen al estilo arquitectónico románico pisano.

Con una fuerte influencia bizantina en los mosaicos del interior, y con influencia islámica en los arcos apuntados.

La fachada fue construida por el maestro Rainaldo, con mármol gris y piedra blanca con discos de mármol coloreado.


-La Torre de Pisa es el campanario de la catedral. Diseñada y construida para permanecer en posición vertical, pero que tan pronto como se inició su construcción en agosto de 1173 comenzó a inclinarse. Curiosamente, este efecto no deseado, es lo que le ha dado su rasgo de identidad más fuerte, conociéndose como la Torre inclinada.
Su altura es de 55,7 a 55,8 metros desde la base y se calcula su peso en 14.700 toneladas y la inclinación es de aproximadamente 4°, extendiéndose casi 4 metro de vertical.

La torre está integrada por 8 niveles, una base de arcos con 15 columnas, 6 niveles con una columnata externa y remata en un campanario. La escalera interna tiene 294 escalones.
En 1964, Italia requirió ayuda para prevenir su derrumbe, y en enero de 1990 fue cerrada al público. Posteriormente se realizó tareas para reducir el ángulo de inclinación que llevaron 10 años de trabajo. Se volvió a permitir la entrada al público el 16 de junio de 2001.





-El Baptisterio, dedicado a Juan el Bautista, es un edificio redondo, románico, que se inició a mediados del siglo XII por un arquitecto conocido como Deustesalvet.

Se terminó la obra en el S.XIV, cuando se agregaron la loggia, la planta superior y la cúpula en estilo gótico por Nicola y Giovanni Pisano.


-El Camposanto monumentale («cementerio monumental»)
queda en el extremo norte de la plaza. Es un cementerio tapiado. El edificio de este claustro enorme en estilo gótico, comenzó en 1278 por el arquitecto Giovanni di Simone. Se terminó en 1464. El muro exterior está compuesto por 43 arcos ciegos. Tiene dos entradas. Una está coronada por un tabernáculo gótico. La mayor parte de las tumbas están bajo arcadas, aunque algunas están en el prado central.
La Plaza de los milagros es bella, impactante y a esa hermosura de las formas se suma el ambiente que se genera. Cuando cae el sol, mucha gente sentada en las escalinatas, músicos que improvisan y se acompañan, las luces que recorrtan los perfiles de la piedra, todo tiene magia.

EL GÓTICO


La arquitectura gótica es la forma artística sobre la que se formó la definición del arte gótico, el estilo artístico, comprendido entre el románico y el renacimiento, que se desarrolló en Europa Occidental la —cristiandad latina— en la Baja Edad Media, desde finales del siglo XII hasta el siglo XV, aunque más allá de Italia las pervivencias góticas continuaron hasta los comienzos del siglo XVI.


El vocablo «gótico» es el adjetivo correspondiente a godo y fue utilizado en este contexto por primera vez por el tratadista florentino Giorgio Vasari (1511–1574), quien en su famosa obra de biografías de pintores toscanos, incluye varios capítulos sobre el arte en la Edad Media. En sentido peyorativo usó este término para denominar la arquitectura anterior al Renacimiento, propia de los bárbaros o godos, cuyos componentes le parecían confusos, desordenados y poco dignos, por contraste a la perfección y racionalidad del arte clásico. En su propia época, se solía denominar como opus francigenum (estilo francés), por referencia al origen de la innovación. Paradójicamente, en la España del siglo XVI se calificaba al gótico final (isabelino o plateresco) como la forma de construir a lo moderno, mientras que la arquitectura clasicista que introducía el renacimiento italiano era vista como una forma de construir a la antigua o a lo romano.

¿Donde surge?

El estilo gótico nació como tal, en el norte de Francia, a principios del siglo XII, como una evolución técnica de las formas de las escuelas románicas regionales, aunque ya a finales del siglo XI se había construido en Inglaterra la catedral de Durham, con bóveda de crucería y estructura gótica. En los primero momentos, en el denominado estilo de transición, que se alarga hasta finales del siglo XII, se sigue manteniendo cierta forma o fisonomía románica. Por ejemplo, en el primer gótico se mantiene una estructura de proporcionalidad, base clásica, en las fachadas, propia del románico, que se puede observar en la catedral de Notre Dame de París, que más adelante se perderá en beneficio de efectos mucho más verticales. De forma esquemática se dice que la arquitectura de este periodo es una arquitectura románica con bóvedas y arcos apuntados.

¿Cuál es su expansión por Europa?

La difusión de la arquitectura gótica fue muy amplia desde su nacimiento en Francia alcanzó plenamente a Inglaterra, España, Italia y Alemania y con ella todo el Sacro Imperio Germánico, uno de los grandes elementos que contribuyó a su difusión fue la expansión de la orden de Cluny. Alcanzó puntos tan lejanos como los países nórdicos europeos y lugares del oriente mediterráneo como Rodas, Chipre y Siria donde arribaría de la mano de los cruzados. Al comenzar el siglo XIII el estilo gótico, denominado en este periodo, gótico clásico, llega a su perfección en las regiones de Normandía y la isla de Francia, territorio de dominio real de los alrededores de París. Desde allí se extendió a todo el resto de Francia. Se difundió durante el siglo XIII al Sacro Imperio Germánico, Inglaterra, España e Italia, llevado sobre todo por los monjes del Císter y llegó a alcanzar las islas de Rodas y Chipre y Siria transmitidos por las Cruzadas.

Características de la arquitectura gótica


Planta original de Notre-Dame de París.

La arquitectura gótica presenta innovaciones técnicas y constructivas notables, que permitieron levantar estructuras esbeltas y ligeras con medios y materiales sencillos. Las principales aportaciones constructivas, al igual que en el románico, se centran en las cubiertas.

La Planta

La planta de las grandes iglesias góticas responde a dos tipos principales:
  • De tradición románica. En él se observan casi las mismas formas que en el estilo románico y más comúnmente la de cruz latina, con girola o sin ella pero con los brazos poco salientes y con los ábsides o capillas absidiales frecuentemente poligonales. Las iglesias abaciales, sobre todo, cistercienses, siguen este tipo con brazos muy salientes como en la época románica. Y en las iglesias menores o populares se adopta como planta más común la de cruz latina o la rectangular y con un solo ábside poligonal en la cabecera.
  • De salón. La planta carece de crucero de brazos salientes (aunque no deja de ostentarse más o menos la simbólica cruz de en medio), el templo de salón presenta una disposición basilical y posee, como mínimo, tres naves de igual altura y, por consiguiente, un sistema de iluminación lateral. Los espacios interiores son amplios y desahogados, abarcables con una sola mirada y tremendamente unitarios, de ahí que parezcan o tengan el aspecto de un gran salón.
    En todo caso, la planta se divide en tramos rectangulares o cuadrados determinados por las columnas y arcos transversales y sobre éstos, cargan las bóvedas de crucería. Desde mediados del siglo XIII se hace común el abrir capillas en los lados de las iglesias, entre los contrafuertes, para satisfacer la devoción de los gremios o cofradías y del pueblo en general, ya que antes de esta época era raro admitirlas fuera de los ábsides.


    Arco apuntado






La Bóveda de crucería


La bóveda de crucería, conformada por arcos apuntados, a modo de esqueleto, es más ligera que cualquier otro tipo de bóveda construida hasta la fecha. La utilización de este tipo de arco formando un esqueleto tridimensional unitario refleja el alto conocimiento técnico que alcanzaron los constructores de catedrales.


El periodo primero se distingue por la sencillez de los arcos cruceros o diagonales que son simples y llevan pocas molduras. En el segundo, se aumenta la crucería con arcos o nervios secundarios y los llamados terceletes para sostener los témpanos de plementría ya que las bóvedas se hacen más amplias. A la vez, se molduran todos los arcos, mayormente los diagonales y éstos y demás nervios reciben más perfiles y se ligan con nervios transversales. En el tercer periodo se añaden nuevos terceletes y nervios secundarios con sus ligaduras aun sin necesidad alguna y se generaliza la bóveda llamada estrellada (por la figura del conjunto) y los nervios y arcos se perfilan con más delicadeza. En el primer periodo se usó con alguna frecuencia la bóveda sexpartida (dividida en seis témpanos) para los tramos de bóveda de la nave central cuando ésos se hacían cuadrados y correspondían cada uno de ellos con dos de las naves laterales.

Desde finales del siglo XV, se adornaban las claves de las crucerías en muchos edificios con florones de madera o de metal, dorados o policromados conocidos con el nombre de arandelas. Pero ya desde los principios del estilo se decoran dichas claves con variados relieves.

Los ábsides góticos se cubren también con diferentes bóvedas de crucería pero de tal suerte que los arcos o nervios concurren todos a una clave central formando crucería radiada y muy a menudo se da al cascarón una forma gallonada o dividida en compartimentos de boveditas parciales más o menos salientes o profundas. Esta disposición, al paso que refuerza y embellece el ábside, contribuye mucho a la sonoridad de la iglesia sobre todo, para los cantos desde el presbiterio.


Resolución del problema de los empujes de las bóvedas: Contrafuertes y arbotantes


Para soportar el empuje del peso de las bóvedas, en vez de construir gruesos muros como se realizaba en el románico, en el que los contrafuertes adoptaban la forma de pilares adosados exteriormente al muro, con un ancho creciente en su base; los arquitectos góticos idearon un sistema más eficiente: los contrafuertes con arbotantes.

Los contrafuertes se separan de la pared, recayendo el empuje sobre ellos por medio de un arco de transmisión denominado arco arbotante. Todavía se puede alcanzar una mayor resistencia colocando a continuación un segundo contrafuerte. Los arbotantes también cumplen la misión de albergar los canales por donde descienden las aguas de los tejados y evitar así que resbalen por las fachadas.


Por un lado, la disposición de estos machones transversales permitía hacer fachadas no portantes, esbeltas, con enormes huecos. Por otra parte, al conectar los contrafuertes por medio de arcos arbotantes a la estructura principal se ganaba brazo de palanca y se liberaba espacio para situar naves laterales, paralelas a la nave principal.


Los botareles y demás contrafuertes se decoran, montando pináculos sobre ellos para que tengan más peso y resistencia, logrando así con estos remates el doble fin constructivo y estético.


El sistema de arbotantes y contrafuertes de las iglesias góticas constituye un elemento característico que embellecen el exterior de los edificios, pero a la vez, ponen de manifiesto la propia fragilidad estructural, ya que sujetan el edificio a modo de apuntalamiento externo.

El muro gótico: Ventanas y vidrieras


La reducción de la estructura sustentante al mínimo imprescindible permitió abrir grandes huecos en los muros de las fachadas. Los artistas de la época pudieron dar rienda suelta a su imaginación creando un arte desconocido hasta la fecha.


Las ventanas del periodo de transición suelen ser como las románicas de arco apuntado. Pero luego se ostenta el verdadero ventanal gótico amplio y decorado en su parte superior con hermosos calados de piedra, los cuales se forman de rosetoncillos combinados, siempre sostenidos por columnillas o parteluces. En el siglo XIV se complica la tracería multiplicándose los rosetoncitos y adelantando ya el XV se combinan las líneas formando curvas serpenteantes constituyendo el calado flamígero.


Una cosa parecida se observa en los grandes rosetones que se colocan en lo alto de las fachadas: al principio, toman la forma radiante y sencilla aunque en iglesias suntuosas es algo más complicada. Se multiplican los adornos de la rosa en el siglo XIV y en el XV llega a ser la tracería un verdadero laberinto de curvas enlazadas. No faltan en todas las épocas sin embargo ventanas menores de traza más sencilla y pequeños aljimeces. Ventanas y rosetones suelen cerrarse con magníficas vidrieras polícromas e historiadas donde a su modo se ejercita el arte pictórico monumental ya que apenas le dejan espacio para su desarrollo los escasos lienzos de pared que median entre los referidos vanos en las iglesias suntuosas. Pero en las más humildes se sustituyen las vidrieras por láminas de piedra translúcida y aun tal vez por encerados.


El arco apuntado


El arco apuntado es uno de los elementos técnicos más característicos de la arquitectura gótica y vino a suceder al arco de medio punto, propio del estilo románico. El arco apuntado, a diferencia del arco de medio punto, es más esbelto y ligero por transmitir menores tensiones laterales, permitiendo adoptar formas más flexibles, resulta más eficaz, pues gracias a su verticalidad las presiones laterales son menores que en el arco de medio punto, permitiendo salvar mayores espacios. Durante el gótico el arco apuntado mostró variantes como el arco conopial durante el denominado gótico flamígero o el arco Tudor, durante el denominado gótico perpendicular inglés.
Puertas

En las puertas y la fachada despliega el arte gótico toda su magnificencia y su concepción teológica. La portada gótica admite la misma composición fundamental de forma abocinada, que la románica pero se multiplican las arquivoltas y se añade una mayor elevación de líneas con más riqueza y finura escultórica guardando siempre en arcos y adornos la forma propia del nuevo estilo. Encima de la puerta suele colocarse un elevado gablete.


Las portadas más suntuosas llevan imágenes de apóstoles y de otros santos bajo doseletes entre las columnillas (y a menudo, también otras menores entre las arquivoltas) flanqueando el ingreso el cual está dividido por un parteluz que sirve de apoyo a una estatua de la Virgen María o del titular de la iglesia.

Las iglesias del Cister y otras menores que se modela a imitación suya carecen de imaginería en la portada, la cual se compone del grande arco abocinado y decorado con simples baquetones y alguna ornamentación vegetal o geométrica. La finura en la ejecución de la obra escultórica y la multiplicación progresiva de las columnillas y molduras con el adelgazamiento de ellas, denuncian mejor que otras las señales de la época de la construcción de las portadas. Pero las del último periodo desde mediados del siglo XV se reconocen sobre todo por la multitud y pequeñez de los detalles por la arquivolta conopial, cargada de frondas retorcidas y por otros ornamentos de la época.


Edificios góticos en Florencia y Siena:


Santa María del Fiore

La Basílica de Santa Maria del Fiore es la catedral (Duomo, en italiano) de la archidiócesis católica romana de Florencia, notable por su cúpula. Es una de las obras maestras del arte gótico y del primer Renacimiento italiano.

Símbolo de la riqueza y del poder de la capital toscana durante los siglos XIII y siglo XIV, la catedral florentina es uno de los edificios más grandes de la cristiandad. Su nombre (que se traduce como «Santa María de las Flores») se refiere al lirio, símbolo de Florencia, o al antiguo nombre del pueblo llamado Fiorenza. Pero, por otra parte, un documento del siglo XV afirma que la «flor» se refiere a Cristo.


Destaca, de forma singular, la grandiosa cúpula de Brunelleschi, de 100 metros de altura interior, 114,5 metros de altura exterior, 41 metros de diámetro interior y 45,5 metros de diámetro exterior;1 el campanario independiente del Giotto, de 82 m de altura, y el baptisterio de San Juan, construido en Florencia después de la Basílica de Santa Cruz y Santa María Novella con las famosas puertas de bronce de Ghiberti. El conjunto, formado por la iglesia, el campanario y el Baptisterio de San Juan, en el centro de la ciudad, constituye una de las joyas artísticas y arquitectónicas de Florencia.


Palazzo Vecchio

El Palazzo Vecchio (traducido al español, Palacio Viejo) se encuentra en la Plaza de la Señoría, en Florencia (Italia). En su interior el palacio acoge un museo en el que se exponen obras de: Bronzino, Miguel Ángel, Giorgio Vasari y otros.

Llamado, en origen, Palacio de la Signoria, nombre del organismo principal de la República florentina, fue cambiando de nombre: Palacio del Priori o Palacio Ducal, dependiendo de los diversos gobiernos de la ciudad.


La primera construcción se atribuye a Arnolfo di Cambio que la inició en 1299 incorporando la antigua torre de Foraboschi en la fachada. Tras la muerte de Arnolfo, en 1302, el palacio fue terminado, por otros artistas, en 1314.


La forma exterior del edificio es la de un paralelepípedo y en la fachada principal se encuentra la Torre de Arnolfo, uno de los emblemas de la ciudad.
En 1400 la torre y el jardín interior tuvieron que ser reconstruidos ya que corrían peligro de derrumbarse.


Entre sus estancias más importantes, sobresale el Salón de los Quinientos, cuya decoración mural se encomendó a Leonardo da Vinci (La batalla de Anghiari) y a Miguel Ángel (La batalla de Cascina). Lamentablemente, ninguna de ambas pinturas se completó y las paredes fueron recubiertas por otros artistas.


Entre 1540 a 1550 el edificio fue utilizado como residencia de Cosme de Médicis llamándose, entonces, Palacio Ducal.


Catedral de Siena

Duomo di Siena es la catedral medieval de Siena, Italia.

La Catedral, al principio fue diseñada y terminada entre 1215 y 1263 sobre el sitio de una estructura más antigua. Tiene la forma de una cruz latina con un crucero, un domo y un campanario. La base del domo es octagonal y sólo se hace circular encima de las columnas de apoyo. La linternilla, encima del domo, fue añadida por el famoso Gian Lorenzo Bernini. La nave principal está separada de las otras dos naves por arcos de medio punto. El exterior e interior están construidos de mármol rayado blanco y verdoso negro, con la adición de mármol rojo sobre la fachada. Blanco y negro son los colores simbólicos de Siena, sacado de los caballos blancos y negros de los fundadores legendarios de la ciudad: Senio y Asquio.




La escultura Gótica:


La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto se extiende desde finales del siglo XII a comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana.

La dependencia de la escultura gótica frente al soporte arquitectónico continúa siendo muy importante, como en el periodo románico, aunque se producen algunos cambios: los capiteles dejan de ser un espacio preferente para los relieves; las arquivoltas de los pórticos pasan de ser decoradas en sentido radial para serlo en el sentido de los arcos (ahora apuntados); el altar mayor pasa a acoger retablos cada vez más complejos, que pueden ser pictóricos o escultóricos (habitualmente de madera policromada, no hay que olvidar que la policromía acompañaba también a la escultura en piedra). Las esculturas de bulto redondo empiezan a independizarse de las paredes y a hacerse cada vez más autónomas. Las adosadas a las columnas y parteluces se hacen más esbeltas y dinámicas. Se considera a las del pórtico oeste (el llamado real) de la catedral de Chartres (hacia 1145) el ejemplo más temprano del gótico, y significaron una revolución en el estilo y un modelo para generaciones de escultores, que parecen provenir de la región de Borgoña.

Ángel de la sonrisa, catedral de Reims, siglo XIII.

La expresividad cambia, haciéndose menos hierática y más expresiva, reflejando sentimientos (dolor, ternura, simpatía), acentuando la tendencia del último románico (por ejemplo el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela), y en coincidencia con una nueva mentalidad, más urbana y próxima a los conceptos filosóficos de hombre y naturaleza en la filosofía escolástica y la renovación de la espiritualidad (herejías medievales, San Francisco de Asís). En concreto la representación de las distintas escenas de la vida de Cristo se hacen desde una perspectiva más humana, con el fin de acercarlo a la experiencia vital de cada fiel: desde el Nacimiento hasta la Crucifixión. La representación de la Virgen María, sola o con el niño (como Madre de Dios o Theotokos), suele hacerse más femenina y maternal, mientras que en el románico solía reducirse a un mero trono donde Cristo se sienta para gobernar al mundo.

Todo lo anterior podría decirse igualmente de la pintura de su época (ambas artes plásticas son en gran medida coincidentes, en ambos casos limitados al arte figurativo). En cuanto a la temática de ambas, sigue siendo casi exclusivamente religiosa, aunque es posible encontrar algunas manifestaciones que no lo son del todo, como retratos, paisajes... a diferencia del románico, en que el monopolio de la temática religiosa es aún más claro. En Alemania aparecerá por primera vez desde la Antigüedad clásica una escultura ecuestre de bulto redondo, el Jinete o Caballero de Bamberg (1240, catedral de Bamberg).

En cambio, el arte cisterciense, una de las corrientes espirituales y estéticas que representan la esencia del gótico inicial (basada en las ideas de Bernardo de Claraval), es un movimiento casi iconoclasta, pues rechaza la utilización de esculturas y pinturas en los monasterios (aunque las justificaba en las parroquias).

Las vírgenes necias, catedral de Magdeburgo, hacia 1250.


La pintura gótica:


Un estilo de pintura que pueda llamarse «gótico» no apareció hasta alrededor de 1200, o casi 50 años después del comienzo de la arquitectura y la escultura góticas. La transición del románico al gótico es muy imprecisa y no hay un claro corte, pero podemos ver los comienzos de un estilo que es más sombrío, oscuro y emotivo que en el periodo previo. Esta transición ocurre primero en Inglaterra y Francia alrededor de 1200, en Alemania en torno a 1220 e Italia alrededor de 1300.

Es usual indicar que, mientras en el románico las representaciones figurativas son simplificadas e idealizadas, en el gótico se tiende a aumentar el realismo y naturalismo, aproximándose a la imitación a la naturaleza que será el ideal del renacimiento, incluyendo la representación de paisajes, que, no obstante, sigue siendo poco usual.

En el gótico, en correspondencia con las nuevas tendencias filosóficas y religiosas (recuperación de la filosofía de Aristóteles a través del averroísmo, humanismo de San Francisco de Asís) se tendió a aproximar la representación de los personajes religiosos (los santos, los ángeles, la Virgen María, Cristo) en un plano más humano que divino, dejándoles demostrar emociones (placer, dolor, ternura, enojo), rompiendo el hieratismo y formalismo románico.


También hay lentos avances en el uso de la perspectiva y de otras cuestiones técnicas en pintura en cuanto al tratamiento de los soportes (que permiten la mayor difusión de un arte mobiliar), los pigmentos y los aglutinantes.
La pintura, esto es, la representación de imágenes sobre una superficie, durante el periodo gótico, se practicaba en cuatro técnicas principales:


Pintura mural

La pintura mural o frescos siguieron usándose como el principal medio para la narración pictórica en las paredes de las iglesias en el Sur de Europa, especialmente en Italia, como una continuación de las tradiciones cristiana y románica anteriores. Fuera de Italia no se cultivaron mucho. Italia, apegada a la forma basilical de las iglesias, conservó mayor extensión en los muros para las pinturas y mosaicos que narrasen historias religiosas.
En la Toscana, las escuela sienesa y florentina, con el Giotto como el más grande de los pintores del Trecento, continuaron la tradición de la gran pintura mural, ya que la arquitectura gótica no llegó a echar raíces en Italia como en Francia. Esta pintura toscana del Trecento, siendo plenamente gótica, anticipa ya el Renacimiento. Los nombres más destacados fueron Cimabue y Giotto.



Vidrieras

Frente a lo que ocurre en Italia, en el norte de Europa, las vidrieras fueron el arte preferido hasta el siglo XV. El desarrollo de la Arquitectura gótica con la progresiva sustitución del muro por grandes ventanales con vitrales de colores que permiten el paso hacia el espacio interior de una luz polícroma y matizada, implicó, en las grandes catedrales góticas de Francia, a la práctica desaparición de la pintura mural que se había desarrollado ampliamente en los muros de las iglesias románicas.

El muro translúcido fue el primer espacio propio o ámbito donde se desarrollaron las artes del dibujo y del color en el Gótico. Durante la Baja Edad Media el arte de los vitrales de las catedrales e iglesias se desarrolló, en Europa, paralelamente con la arquitectura gótica, la cual se caracterizaba por la altura de sus naves y la audacia de sus estructuras con bóvedas de crucería que se apoyaban en esbeltos soportes y arbotantes para transmitir al suelo el peso y el empuje de las bóvedas, liberando de las funciones resistentes a los muros de los edificios que progresivamente fueron sustituidos por ventanales y tracerías o encajes de piedra con vitrales de color.

En una primera etapa los colores son vivos y saturados, el plomo delimita las formas, las cuales son delineadas con precisión para poder ser vistas a través de la irradiación luminosa de la vidriera, ello conduce a la tendencia de descomponer la vidriera en medallones, nichos u otro tipo de compartimentos. Las vidrieras revelan, más que ningún otro arte, el componente irrealista y artificial del arte gótico.

A mediados del siglo XIII se produce una modificación profunda de la gama de colores ya que los fondos incoloros se asocian a los tonos quebrados de las escenas y figuras. Con una gama potente pero restringida, las menudas figuras humanas se hacen más agitadas y libres. En la Iglesia de San Urbano de Troyes (hacia 1270) o en las vidrieras de medio punto de la catedral de Beauvais, es donde se dan los mejores ejemplos de estas innovaciones.
En el siglo XIV, tras el descubrimiento del amarillo de plata los vitrales ganan en ligereza, llenándose de un preciosismo dorado que antes nunca tuvieron. En Normandía, en el coro de Saint-Ouen de Ruán y en la Catedral de Evreux se hallan las vidrieras más bellas. El arte de las vidrieras culmina en un estilo exquisito de una calidad igual o superior a las obras maestras de la miniatura. En la cuenca del Loira, en Champaña o en Alsacia se completa el panorama de las vidrieras en Francia, culminando en las naves laterales de la Catedral de Estrasburgo.

En Inglaterra destaca la gran ventana occidental de la catedral de York. En España, las vidrieras más destacadas son las de la catedral de León.


Miniaturismo e ilustración de libros

Los manuscritos iluminados representaron la más completa documentación de la pintura gótica, registrando en sus miniaturas la existencia de una serie de estilos en lugares donde no han sobrevivido otras obras monumentales. En la pintura de los códices (o miniaturas), sobre todo en Francia, buscando la realidad y delicadeza en las figuras, todavía les faltaba mucho a éstas para ser modelos en dibujo y perspectiva.


Las miniaturas consistían en pequeñas composiciones : pinturas o dibujos de figuras enmarcadas en las letras iniciales o en diversos compartimentos como medallones, arabescos etc. Se llamaban miniaturas porque se realizaban con minio, u óxido de hierro, mezclado con colorantes naturales.


En el periodo románico y en el primer gótico los temas tenían carácter sacro, su composición estaba influida por criterios similares a los que regían para los vitrales de las catedrales e iglesias del propio periodo. En el siglo XIV, se introdujeron temas profanos y el arte de las miniaturas se trasladó a los talleres artesanos de París, Borgoña y Flandes.

Los manuscritos ilustrados tuvieron una amplia difusión internacional, a través de las cortes de la nobleza europea.

Destacados miniaturistas fueron Jean Pucelle, Jacquemart de Hesdin y los hermanos Limbourg. Quizá el más famoso manuscrito gótico sean Las muy Ricas Horas del Duque de Berry.


Pintura sobre tabla

Aunque se ha dicho que la pintura gótica tiene su espacio propio en los grandes vitrales de las Catedrales y en las miniaturas polícromas de los libros, lo cierto es que la pintura propiamente dicha donde subsistió fue en los retablos, las tablas pintadas que forman los frontales o los laterales de los altares y en los muros de las capillas laterales. Puede diferenciarse, además, entre los retablos, que son tablas pintadas o esculpidas que ornamentan los altares de las iglesias, y las tablas de devoción, individuales, de menor tamaño, que adornan las iglesias y las casas particulares.


La pintura sobre tabla, generalmente retablos, se impuso por toda Europa. En el siglo XV era ya la forma pictórica predominante, suplantando incluso a las vidrieras. De tablas o frontales únicos se pasó a dípticos, tríptico, y luego complicados polípticos que combinaban numerosas piezas hasta llegar a los grandes retablos del siglo XIV, con muchas tablas que se organizan con el banco o predela (cuerpo inferior) y calles verticales, separadas por estrechas entrecalles; en la calle central se representaba el tema principal del retablo.


Se ejecutaba al temple, que usaba como aglutinante el huevo o la cola obtenida de los huesos de animales. Es novedad de la última fase del gótico el cambiar ese aglutinante por aceite, dando así lugar a la pintura al óleo. El óleo sobre lienzo no se hizo popular hasta los siglos XV y XVI y fue el punto de partida del arte renacentista.

jueves, 21 de enero de 2010

EL ROMÁNICO



Se llama estilo románico en arquitectura al resultado de la combinación razonada y armónica de elementos constructivos y ornamentales de procedencia latina, oriental (bizantinos, sirios, persas y árabes) y septentrional (celtas, germánicos, normandos) que se formó en la Europa cristiana durante los primeros siglos de la baja Edad Media.

  • ¿Donde surge?
Recibe el nombre de románica por coincidir su floración con la aparición de las lenguas románicas o romances. Otras fuentes afirman que fue en el siglo XIX cuando el arqueólogo Charles de Gerville dio este nombre a la arquitectura cristiana occidental de los siglos V al X, por alusión a la arquitectura romana, en la que se suponía que se había inspirado.

  • ¿Cual es su evolución?
La época en que se considera que se desarrolla el estilo románico comprende los siglos XI y XII, sin exclusión de otros siglos anteriores y posteriores, pues aunque algunos edificios del siglo X tal vez ya puedan calificarse de románicos, se erigieron otros verdaderamente tales en diversas zonas (especialmente, en Asturias y Galicia) durante la época gótica hasta casi alcanzar el Renacimiento.

La división más común que puede mantenerse del estilo Románico es entre el Románico sencillo y el Románico de transición dando a este segundo grupo un valor secundario y considerándolo como una variante del primero, con tal de incluir en él los edificios de aspecto románico que ostenten algunos arcos ojivales o apuntados sin cubrirse con bóvedas de crucería. Este segundo grupo empieza en el siglo XI pero no se hace común hasta mediados del mismo siglo e incluso entonces coexiste con el primero.

Cabe también distinguir por otro concepto el estilo Románico en dos variantes, con los nombres de sencillo y florido, pues se observa que en la primera época del estilo, hasta ya entrado el siglo XII, se presentan los edificios con relativa sencillez en los adornos de puertas y ventanas y con cierto aspecto de pesadez y tosquedad, que van perdiendo a medida que avanza dicho siglo; mas no puede establecerse esto como una norma constante, por obedecer a muy diferentes causas: regionales o locales, la perfección y elegancia propia de cada construcción, o por corresponder su filiación a distinta escuela artística. No obstante, la división entre Románico sencillo y Románico florido servirá en multitud de casos para determinar la cronología de los edificios de este tipo en una misma región o localidad que haya de estudiarse; y desde luego se pueden atribuir en España al segundo grupo (correspondiente a mediados del siglo XII hasta bien entrado el siguiente) los edificios románicos que ostenten exuberancia ornamental o gran finura de ejecución de los detalles.

  • Arquitectura Románica

Entre los elementos arquitectónicos que destacan en el estilo Románico los más característicos del mismo son:
• El pilar compuesto y de núcleo prismático.
• El arco de medio punto.
• La cubierta de bóveda de medio cañón y de arista.
• La cúpula poligonal sobre trompas.
• Los ábsides semicirculares en planta de cruz latina en las iglesias.

A continuación otros de los ele0mentos arquitectónicos propios el estilo:

• Contrafuertes muy desarrollados
Arcos doblados y arquivoltas
Capiteles decorados
Impostas, frisos decorativos
Escultura monumental aplicada a la arquitectura


  • La Planta

Las plantas de las iglesias fueron muy variadas y es imposible hacer una relación de todas ellas. Citaré las más importantes:

Plantas de salón o basilicales

Esta planta está relacionada con antiguos edificios públicos romanos y sobre todo, por las primeras iglesias paleocristianas y prerrománicas Se trata de iglesias longitudinales con 1, 3 ó 5 naves paralelas (espacio entre filas de arcadas) sin transepto y normalmente finalizadas en cabecera de ábsides semicirculares escalonados.

Plantas de cruz latina

A la disposición anterior se le añadía un brazo perpendicular saliente en planta (transepto) con lo que el resultado era de cruz latina. Ello simbolizaba la cruz de Cristo. Estas iglesias podían estar también rematadas en cabeceras con ábsides escalonados. Sin embargo, en iglesias de peregrinación y otros grandes templos las naves terminaban en una cabecera compleja formada por capilla mayor rodeada de una girola o deambulatorio de una o varias naves que la rodeaba y a la que se abrían capillas radiales. Un ejemplo español es la Catedral de Ávila.


Plantas circulares o poligonales

Las iglesias de plantas circulares o poligonales son menos frecuentes. Normalmente son templos al servicio de comunidades de órdenes militares participantes en la Cruzadas, como los templarios o los caballeros del Santo Sepulcro, por parecerse al templo de Salomón y al del Santo Sepulcro de Jerusalén, respectivamente.

Planta de cruz griega

Otra planta ocasional es la de cruz griega, es decir, formada por dos naves iguales que se cruzan perpendicularmente en el centro. Un ejemplo en España es la de Sant Pau del Camp en Barcelona.



  • La Bóveda de cañón
La bóveda de cañón o bóveda de medio cañón es la bóveda de sección semicircular, generada por la prolongación de un arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal. Sus paramentos presentan la forma de media superficie cilíndrica.

Como todas las estructuras basadas en el arco, el empuje se dirige hacia los muros que la sostienen, que deben soportar una gran presión, no sólo vertical, sino también lateral. Para contrarrestarla, se utilizan varios procedimientos. La primera solución consiste en aumentar el grosor y el peso de los muros: para ello, la bóveda de cañón se construye generalmente con arcos de refuerzo, denominados arcos fajones o torales, apoyados generalmente en pilares
o pilastras, y reforzados al exterior con contrafuertes. Otra posibilidad es construir dos o más bóvedas de cañón en paralelo, de modo que se contrarresten sus respectivos empujes: a menudo se utilizó este método para la construcción de iglesias de varias naves; no obstante, los muros exteriores requieren igualmente de refuerzos. El tercer método para soportar la presión de la bóveda consiste en interseccionar, en ángulo recto, dos bóvedas de cañón, creando una bóveda de arista.

Aunque fue utilizada por los antiguos Egipcios y en Mesopotamia, conformadas con adobe, solo se construyó en piedra, de forma sistemática, a partir del Imperio romano. En el Románico fue el principal sistema para conformar cubiertas, reforzadas con arcos fajones. Fue empleada en monasterios, castillos, torres y otras estructuras. También se utilizó para abovedar sótanos, criptas, vestíbulos, claustros e incluso grandes salas.

Por extensión, todas las bóvedas generadas por un arco directriz, sea rebajado, carpanel, ojival, etc. se denominan, impropiamente, bóvedas de cañón corrido.


La solución a la presiónEl Arte Románico tiene unos componentes estéticos fijos, codificados desde su creación, independientemente de los valores arquitectónicos.
En esas circunstancias del conocimiento del mundo antiguo, sobre todo del romano, donde podemos concretar su dependencia e imitación de los espacios abovedados, como una necesidad de la arquitectura interior que se plantea después de levantar los muros y darles cubrición. Ocurre que el Arte Románico utilizó con profusión y éxito bóvedas de determinadas características, lo que hizo pensar que fueron un invento del propio arte medieval.

Las bóvedas gravitan sobre la alineación de los muros. Completan la estructura descargando su fuerza en los laterales por medio de contrafuertes, columnas y pilares internos. El arquitecto debe prevenir las cargas, y repartirlas convenientemente piedra por piedra. Calcular. La presión y el peso que han de sobrellevar los muros a causa del peso de las bóvedas, aparte de mantener convenientemente la rigidez de los mismos en su elevación vertical. Es la bóveda la culminación de la obra, la funcionalidad del remate final de todo el entramado, como lo hace la coronación exterior de la cúpula con bola de cruz y veleta.

La resolución práctica de los esfuerzos mecánicos de la bóveda estuvo fundada en la trasmisión oral de los datos recibidos a lo largo de los años y de los siglos, además de poner a punto la observación y la experiencia personal del maestro de obras. El oficio debía adquirirse en una buena organización de la memoria, del autodidactismo y las ganas de emular, para resolver sin problemas las formas de ser de las construcciones.

La preferencia por la bóveda de piedra a la de madera eliminaba los riesgos de incendios, mejoraba la resonancia de los cantos, y el orden estético si se pintaba. Pero planteaba enormes problemas en la dinámica del edificio, porque era necesario sujetar las tensiones de su peso y saber conducirlos desde las alturas hasta los cimientos. No todos los que las construían tenían el mismo grado de aprendizaje y conocimiento, por lo que muchas obras se convirtieron en ruinas, ya en los mismos momentos de la construcción o con el paso de los años, cuando después de algún tiempo la estructura no logró el asentamiento y la solidez precisa.

La bóveda más común era la de cañón, que suponía su articulación en forma de arco de medio punto alargado. Para superficies absidales se utilizaba la de un cuarto de esfera, también llamada de cascarón. Ya se conocía entonces la de arista, que consistía en la conjunción de dos bóvedas de cañón que dejaban en arista vista sus intersecciones. Cuando llegaron los cambios en la época tardía del Arte Románico se construyeron bóvedas de cañón apuntadas, y las de aristas del Románico Pleno se cubrieron con nervios, dando lugar a las primeras bóvedas nervadas. También las de un cuarto de esfera de los ábsides y capillas absidales tuvieron forma apuntada, con o sin nervios cruceros. Todo aún dentro del Arte Románico.
Todas, menos las apuntadas, eran manejadas ya por el Primer Arte Románico, de extensión limitado a Cataluña y parte de Aragón y Navarra. El siglo XI aceptó e hizo girar las fórmulas referidas hasta llevarlas a la cotidianidad de la perfección sabiendo atar sus diferentes tensiones, que debían perderse en la masa de los soportes exteriores e interiores. El final del siglo XII y el principio del siglo XIII supuso un cambio y un acercamiento a soluciones después utilizadas por el del Arte Gótico.

La tensión provocada por el peso solía contrarrestarse con arcos de refuerzo situados bajo ellas que recibían el nombre de fajones, cuya misión era el sostén teórico de la presión de la bóveda, pero también podían sucumbir, porque ésta tiende a abrir el arco y provocar grietas de desvinculación entre las dovelas, y ceder en la unión de sus juntas como paso previo al hundimiento.

Los contrafuertes exteriores eran la lógica del contrarresto a las presiones diagonales que se ejercía sobre el muro, porque el impacto de la bóveda nunca se concentra exactamente sobre el plano vertical, sino sobre el horizontal y diagonal, en cierta curva. Eran esos contrarrestos de más o menos espesor, piramidales, doblados, etc., según el conocimiento y las necesidades de la obra. Pero no eran el único método de contrapeso, porque las naves laterales con sus bóvedas de arista, un cuarto de esfera o de cañón, colaboraban también en la recogida de las tensiones de la bóveda central.
El sistema llegó a la perfección cuando se instalaron tribunas sobre las bóvedas de las naves laterales, porque hacían que el descenso de las tensiones superiores fuera disminuyendo según iba siendo absorbido: primero en las bóvedas y paramento de la tribuna, además de que el piso de la tribuna actuaba como puntal que ataba las dos superficies verticales del muro y los pilares. Después pasaba la tensión a las bóvedas y el paramento de las naves menores para finalmente acabar en los contrafuertes y responsiones interiores de las naves laterales; lo que cerraba definitivamente el circuito de traslado de las presiones de la gran bóveda central hasta los cimientos.

El genio románico siempre estuvo dispuesto a hacer de la necesidad virtud. Por ello trató de suplir el modelo cuántico con el conocimiento empírico de los hechos, aunque no hay que ser tan ingenuos como para no reconocer una cierta experiencia de cálculo en el desarrollo de las bóvedas.
Quizás lo que hoy nos sorprende más al contemplar esas bóvedas sea la solidez y altura que alcanzaron algunas de ellas, tendiendo a no dar importancia a su amplitud porque se asemejen a las de los edificios modernos que conocemos. La puesta en valor del conocimiento antiguo se remedia rápidamente si comprendemos que de unas a otras han pasado 1000 años, y que todavía siguen en pie.


  • El muro Románico
El Arte Románico tiene unos componentes estéticos fijos, codificados desde su creación, independientemente de los valores arquitectónicos.
En los muros es donde comienzan y acaban las fuerzas mecánicas del edificio. Resultan sólidos, rotundos y compactos, donde las tensiones que están por encima de él se reflejarán en forma de gruesos contrafuertes que resistan las presiones de las bóvedas, evitando la fractura del mismo y la ruina de la iglesia.

Con un espesor que oscila entre sesenta centímetros y un metro estaban constituidos por dos paramentos de piedra acogiendo mortero en medio para reforzar su dureza. De sillares generalmente bien escuadrados en el Segundo Arte Románico, no lo había sido en la etapa anterior en la que la piedra mediana o sillarejo se había adueñado del paramento.

En ese primer momento del románico el muro apenas ofrecía decoración, como no fueran los arquillos ciegos y las bandas lombardas, careciendo casi totalmente de vanos.


No sería así en el Segundo Arte Románico, donde la realidad del momento ofrece gran cantidad de huecos que iluminan la nave. Serán esas ventanas uno de los efectos plásticos más sobresalientes del paramento, pues son capaces de dinamizar convenientemente lo que sólo era una estructura mecánica funcional. Proporcionan ahora atractivo visual a la vez que introducen luz al interior. Por otra parte, es capaz de recibir la escultura monumental que habitará los capiteles, además de resultar atractiva la traza de sus arcos con diferente molduración.

Claro está que no debemos extender toda esta referencia muraria a las obras de menor presupuesto y menos porte Románico, que son casi todas las rurales, pero sí señalar que cuando nos referimos al Arte Románico está en la cabeza de quien lo interpreta el valor de los mejores edificios, aquellos que representan las mayores cualidades.

Es error humano comprensible el pensar de ese modo, porque los estímulos hacia la belleza proceden de sus mejores representaciones. Cuando uno ha superado ese nivel de lo excelso es cuando empiezan a tener valor y consideración las obras menores, como sucede en el ámbito biológico de las familias con la diferente valoración de los hermanos mayores y menores.

El muro de las grandes iglesias es más complicado que el de las pequeñas, porque su altura requiere una mayor formación del maestro, por exigir unos contrarrestos mayores con la presencia de enormes contrafuertes y la dificultad de disimularlos en las dimensiones de la pared. En ello basará el éxito de su construcción, en que sea bello y resistente dentro de la plástica general.

Las obras menores tendrán menos dificultades para elevar sus muros porque las cargas también son menores, dado que muchas veces ni necesitan contrafuertes por la poca altura que alcanzan y porque la techumbre interior es de madera y no de piedra, lo que evita reforzar la parte exterior. Pero también es cierto que debido a su menor superficie tienen menos lugar para decorar con ventanas molduradas, capiteles, columnas y basas, lo que hace menos vistoso el paramento.

De la buena articulación del muro dependerá en gran medida la belleza de la obra pues es necesario recordar la importancia de la fachada principal, así como la de la cabecera, pero también de los muros norte y sur.
El muro rectilíneo es la mayor área lineal construida de la iglesia. Por ello, y por ser el elemento de mayor visibilidad, era necesario concebirlo de la mejor manera posible. De lo contrario, ofrecería el efecto de cajón y no de volumen articulador de todo el conjunto, donde las superficies de sus paños y contrafuertes estaban disminuidas por la decoración horizontal de las ventanas, las puertas y las líneas de tacos, junto con la fila de canecillos del alero del tejado.



Algunas veces podemos contemplar el muro en toda su extensión, pero no podemos omitir la belleza de sus remates, como sucede en la iglesia palentina de San Martín de Frómista. Es precisamente en esa perspectiva general en la que cobra todavía más importancia su linealidad al rivalizar con la belleza sin par de la cabecera, con el equilibrio de las torres de la fachada principal y con un magnífico paño del crucero, gobernado en altura por un esbelto cimborrio.


Notamos entonces el éxito o el fracaso de su articulación en el conjunto rectilíneo que se nos ofrece, siendo el de esta iglesia un ejemplo de incardinación perfecta de un bello muro románico dentro de una perfecta estructura románica, aunque para algunos carezca de valor debido a las restauraciones sufridas, que a nosotros no nos parecen tan graves, si pensamos que podemos contemplar hoy en mejores condiciones muchas iglesias románicas, que por causa de su deterioro o de la desidia del hombre o por los desmanes revolucionarios o de renovaciones de estética se habían perdido.

  • Contrafuertes
Los contrafuertes son los soportes característicos de un edificio románico son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas (servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros están formados de sillarejo o de sillares desiguales con poca regularidad en las hiladas.





  • El arco de medio punto
El arco de medio punto, en arquitectura, es el arco que tiene la forma de un semicírculo. Es el elemento principal de la arquitectura abovedada. Antiguamente solía estar conformado por dovelas de adobe, ladrillo o piedra.
Comenzó a emplearse en Mesopotamia (Arquitectura caldea) en el tercer milenio a. C. Su uso pasó a la Arquitectura etrusca, y de ésta a la Arquitectura romana, que lo difundió por las regiones del Mediterráneo. Es característico del arte romano y de todos estilos que derivaron de él, como la Arquitectura románica, la Arquitectura renacentista y la Arquitectura barroca


  • Puertas
Las puertas se hallan formadas por una serie de arcos redondos concéntricos y en degradación apoyados en sendas columnillas de suerte que todo el conjunto forma una especie de arco abocinado y moldurado contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor del muro que suele formar allí un cuerpo saliente. Algunas portadas carecen de dintel y de tímpano pero por lo general se hallan provistas de uno y otro y entonces se esculpen sobre el último relieves simbólicos o iconísticos y a los lados de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco abocinado se disponen variadas series de labores ornamentales en relieve, flanqueándose, a veces, con estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas.





  • Ventanas
Las ventanas se abren casi siempre en la fachada y en el ábside y algunas veces en los muros laterales. Son bastante más altas que anchas y terminan por arriba en arco doble, generalmente plano o de arista viva apoyado sobre columnitas como las de la portada y cuando estos arcos se rodean de molduras finas o baquetones o bien las ventanas han dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la segunda época del estilo. Hay también ajimeces, óculos y pequeños rosetones, correspondiendo estos últimos al último periodo.
Se cierran las ventanas con vidrieras incoloras o de color en algunas iglesias suntuosas o con láminas traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con simples celosías de piedra perforada y en las iglesias pobres con simples telas blancas enceradas o impregnada con trementina. De aquí que hayan de ser poco extensas las ventanas de esta época (lo mismo que en la precedente) hasta que se fue ensayando y generalizando el uso de grandes vidrieras.


  • Edificios románicos en Italia
En Italia, la herencia clásica y paleocristiana dejó sentir profundamente. Como aportación original, surgió allí el estilo lombardo, un arte prerrománico que se extendería después por otras regiones como Cataluña o Provenza. Los edificios románicos italianos se distinguen por su suntuosidad y decorativismo, a la vez que por su claridad estructural. Algunos de los más destacados son:


• La catedra de Parma

La catedral de Parma (Duomo) es una iglesia catedral en Parma, Emilia-Romaña (Italia). Es una importante catedral de estilo románico, y el fresco del artista il Correggio es una de las obras maestras al fresco de la época renacentista.
La construcción se comenzó en 1059 por el obispo Cadalo, más tarde antipapa con el nombre de Honorio II, y fue consagrada por Pascual II en 1116. Probablemente hubo allí una basílica en el siglo XVI, pero más tarde quedó abandonada; se consagró otra iglesia en la parte posterior de la anterior en el siglo IX por el conde-obispo Guibodo. La nueva iglesia resultó muy dañada por el terremoto de 1117 y tuvo que ser restaurada. Del edificio original quedan restos en el presbiterio, el transepto, el coro y los ábsides, y algunos fragmentos escultóricos. La amplia fachada fue acabada en 1178: tiene tres plantas y tres portales, cuyas puertas fueron esculpidas por Luchino Bianchino en 1494. Entre la puerta central y la derecha está la tumba del matemático Biagio Pelacani, que murió en 1416.
El campanario gótico se añadió más tarde, en 1284-1294: se previó otra construcción idéntica en el lado izquierdo, pero nunca se comenzó.


• La basílica de san Ambrosio de Milán

Edificada entre el año 379 y el 386 por querer del obispo de Milán, Ambrosio, fue construida en una zona en la que se había sepultado anteriormente a cristianos martirizados durante las persecuciones romanas. Por este motivo fue dedicada a los mártires y se la llamaba Basilica Martyrum: el mismo Ambroio quería poner en ella todas las reliquias de los mártires Sátiro y Víctor de Calcedonia, Nabor, Vital, Féliz, Valeria, Gervasio y Protasio. Cuando el mismo obispo Ambrosio fue sepultado en la basílica le fue cambiado el nombre.
En el siglo IX, sufrió importantes reestructuraciones queridas por el obispo Angiberto II (824-860), quien hizo añadir el ábside, precedida por una bóveda de cañón, bajo el cual se desarrollaban las celebraciones litúrgicas.
Durante el mismo período, el ábside fue decorado con un gran mosaico, el Redentor en el trono entre los mártires Protasio y Gervasio, con los arcángeles Miguel y Gabriel, unido a dos episodios de la vida de san Ambrosio.
En el ciborio de época arte paleocristiano, se añadieron cuatro tímpanos, decorados con estucos del siglo X. Bajo el ciborio se colocó el altar de San Ambrosio, obra maestra de la orfebrería carolingia, en oro, plata, dorad, piedras preciosas y esmaltes.
La basílica llegó a su aspecto definitivo entre 1088 y 1099, cuando por iniciativa del obispo Anselmo, se reconstruyó según los esquemas de la arquitectura románica. Se mantuvieron las tres naves (sin transepto) y tres ábsides correspondientes, además de un cuadripórtico.
El tiburio fue añadido hacia fines del siglo XII pero se derrumbó bien pronto (1196): entonces fue reconstruido con su particular disposición externa caracterizada por galerías con arcos en dos niveles sobrepuestos.



• La basílica de san Zenón de Verona

San Zenón de Verona data del siglo XII, tiene de planta basilical y su estilo es románico-lombardo. Constituye una de las mejores iglesias románicas del norte de Italia. En el exterior destaca la ornamentación de la fachada, a base de bandas lombardas y arquerías y la alternancia de ladrillo y piedra en la parte inferior de los laterales y de la torre del campanario de 72 metros de alto, que es mencionado por Dante en el texto de la Divina Comedia. Destacan las magníficas puertas del pórtico, construidas en bronce con escenas bíblicas. En el interior destaca su sobriedad y la altura de la nave, cubierta con bóveda cañón. Las paredes se encuentran cubiertas con frescos pintados entre el siglo XII y XIV, destaca El tríptico del altar mayor, obra de Mantegna. A la izquierda de la iglesia hay un pequeño claustro románico.


• La basílica de san Miguel de Pavía

Durante el periodo lombardo se construyó una primitiva iglesia dedicada a San Miguel Arcángel en el lugar donde se encontraba la capilla del palacio real. La iglesia quedó destruida en un incendio en el 1004. La construcción actual se inició a finales del siglo XI (época a la que corresponden la cripta, el coro y el transepto) y fue completada en el 1115. La bóveda de la nave central fue reconstruida en 1489 por Agostino Da Candia.
La basílica de San Miguel está considerada como el prototipo de numerosas iglesias medievales que se levantaron en Pavía, las más famosa de las cuales son las de San Pietro in Ciel d'Oro (San Pedro en el cielo dorado) y la de San Teodoro. San Miguel, sin embargo, se distingue de las otras iglesias por el uso extensivo, tanto en la estructura como en la decoración, de piedra de arenisca en lugar de barro cocido.
También se diferencia en la particular conformación arquitectónica, con planta de cruz latina y con un transepto excepcionalmente desarrollado, muy ancho en relación con la planta a diferencia, por ejemplo, del de San Pietro en la que el transepto no sobresale de la planta rectangular. Este transepto está dotado de su propia fachada en el lado septentrional, de ábside en el lado opuesto y de bóveda de cañón, diferente de la bóveda de crucería del resto de la iglesia. Por todo ello, constituye casi un cuerpo autónomo, una segunda iglesia compenetrada con la principal: una idea inédita en esa época.

Las dimensiones de la basílica, 55 metros de largo y 38 de ancho en el transepto, demuestran también la importancia de este elemento en la estructura del templo. En el cruce entre la nave y el transepto se alza la cúpula octogonal (asimétrica), sobre penachos de tipo lombardo. La fachada está decorada con un amplio repertorio de esculturas de arenisca, de temas sacros y profanos, que se encuentran deteriorados por la contaminación atmosférica a pesar de los diversos programas de conservación que se han llevado a cabo. En esta basílica se realizaron numerosas ceremonias importantes; una de ellas fue la coronación de Federico I Barbarroja en 1155.

• Las catedrales de Trento y Módena


Trento
La Catedral de Trento o el Duomo di San Vigilio es el edificio religioso más importante de esta ciudad de la región italiana de Trentino-Alto Adigio. Esta catedral fue construida sobre un templo que allí existía en el siglo sexto que estaba devoto a San Vigilio, santo patrón de esta ciudad.

El Duomo es una de las iglesias más hermosas en toda Italia y en efecto la Piazza del Duomo está entre las mejores del país, llevándose una gran parte del mérito esta pieza maestra de Adamo d’Arogno, que fue construida en el siglo 13.
En la entrada de atrás de la Catedral se encuentra un pequeño cuadro dedicado a su arquitecto. Esta iglesia fue construida principalmente en el estilo romanesco, pero tiene algunas influencias góticas en su fachada, que es un inmenso portal que fue completado en el siglo 14 con una luneta que vale la pena contemplar.

Su interior tiene una nave principal y dos laterales con un transepto que tiene algunos frescos del siglo catorce y que retratan la leyenda San Julián y la estatua de piedra de Madonna degli Annegati. La bóveda del transepto derecho tiene las reliquias de los mártires locales Marturius, Sisinius y Alexander.

En Trento también se recomienda visitar el Castello del Buonconsiglio que es una de sus atracciones principales al ser uno de los más grandes en Italia y tiene varios estilos diferentes, además la parte más antigua de este lugar data del siglo trece. Una de las partes más importantes de este castillo es la Torre dell’ Aquila y el museo.

También la Abadía de San Lorenzo que es otra iglesia de gran hermosura en Trento y data del siglo dice, además de ser uno se los templos más visitados durante el periodo del Concilio Católico. Esta Abadía está rodeada por bello jardín, lo que le agrega un poco más de ambiente al lugar.


Módena

La Catedral de Módena (italiano: Duomo di Modena) es uno de los lugares de estilo románico más importantes de Europa y a su vez Patrimonio de la Humanidad.
Las obras de la catedral comenzaron en 1099, bajo la dirección del arquitecto Lanfranco, sobre el lugar donde se encontraba el sepulcro de San Geminiano, el santo patrono de Módena. Con anterioridad, desde el siglo V, se construyeron dos iglesias en el mismo sitio, pero ambas habían sido destruidas. Los restos del Santo aún se exhiben en la cripta de la catedral.




• La basílica de San Miniato al Monte, en Florencia

La Basílica de San Miniato al Monte se encuentra en uno de los lugares más altos de la ciudad de Florencia y es uno de los mejores ejemplos de románico en toda la Toscana.

San Miniato fue el primer mártir de la ciudad. Probablemente era un mercader griego, o un príncipe armenio en peregrinación a Roma. Se cuenta que en torno al año 250, llegado a Florencia comenzó una vida de eremita, y que fue decapitado durante la persecución anticristiana del emperador Decio. Dice la leyenda que, poco después de su ejecución, se marchó andando con la cabeza cortada en sus manos, y cayó en el lugar donde actualmente se erige la basílica, el mons Fiorentnus. En el siglo VIII se levantó una capilla. La construcción de la actual se inició en 1013 bajo los auspicios del obispo Alibrando. Comenzó siendo un monasterio benedictino, pasando en 1373 a la orden cluniaciense, que lo habita hasta nuestros días.

La fachada de mármol fue probablemente iniciada en 1090, si bien la parte superior pertenece sin duda al siglo XII. Se financió gracias a una corporación de mercaderes de lana (Arte di Calimala ) que fueron los responsables del mantenimiento de la iglesia hasta 1288. El águila que corona la fachada era el símbolo empleado por esa corporación.Lo que actualmente podemos ver pertenece a la reforma de Brunelleschi, el cual mantiene la identidad medieval toscana en su obra El campanario se inició en 1499 pero fue sustituido en 1523, quedando inconcluso. Durante el asedio de la ciudad de 1523 fue usado como puesto de artillería.

En su interior destaca la capilla del Cardenal de Portugal, construido en 1473 para albergar la tumba del cardenal Giacomo Di Lusitania, embajador portugués en la ciudad. Es el único cuerpo que reposa en toda la iglesia.

  • Escultura románica

Sus orígenes no están bien definidos, ya que con la ruina del Imperio romano de Occidente la escultura monumental desaparece prácticamente; es posible hablar de talleres simultáneos que, por influencias bizantinas, crean en el siglo XI la escultura románica monumental. Las concepciones simbólicas de la escultura prerrománica que excluyen, generalmente, la representación humana, dan paso a una plástica dominada totalmente por la figura humana o que se funda en sus semejanzas.

La evolución de la escultura románica se inicia con un primer arte de frisos, en donde las figuras se hallan encuadradas por un marco rectangular, sin función arquitectónica, colocándose indistintamente en ábsides o fachadas.

En el momento clásico de la escultura románica, siglo XII, la obra se concibe para un lugar determinado y es definida por un marco arquitectónico; pero éste no se limita a encuadrar las figuras, sino que, hasta cierto punto, las engendra, ajustándose o deformándose las figuras a la forma arquitectónica (capiteles, jambas, tímpanos, etc.).
En el románico de última época la escultura se caracteriza por su profusión, su riqueza de
movimiento y ropajes —con gran cantidad de plegados—; se olvida la función arquitectónica, buscándose el efecto pintoresco o anecdótico.

El arte románico es esencialmente monacal, donde la ornamentación responde a una idea, tiene una determinada significación simbólica. Domina en él una preocupación escatológica. De igual forma, el carácter simbólico domina las representaciones exentas: Cristo se representa rígidamente clavado en la cruz, con los ojos muy abiertos, con gran hieratismo y majestuosidad; la Virgen y el Niño, desprovistos de todo naturalismo, se representan con una rígida frontalidad.

Las mejores muestras de la escultura románica se sitúan en dos puntos concretos del monasterio.


En las portadas: se adosan apóstoles y profetas a las jambas; en el tímpano el Pantocrátor dentro de la mandorla, rodeado de los símbolos de los cuatro evangelistas, el Tetramorfos; en las arquivoltas representaciones de los "24 ancianos del Apocalipsis" o del Juicio Final; y en los claustros: donde se ofrecen las mejores representaciones del arte de este período, en los relieves de los capiteles y de los machones angulares.



  • La pintura románica
Se da entre los siglos XI y XIII —el siglo XII es el de mayor esplendor—. La pintura románica presenta una gran unidad, y tiene sus orígenes en la pintura bizantina de los siglos XI y XII, que aporta la disposición de los frescos en el interior de las iglesias y los caracteres iconográficos de las representaciones, y en la tradición clásica occidental.


La pintura románica se caracteriza por atender más a la función decorativa que al naturalismo, existiendo, además una gran tendencia a la esquematización - hieratismo mayestático- lo que hace que el paisaje se reduzca al mínimo.

En el ábside se coloca el Pantocrátor, dentro de la almendra mística o mandorla, rodeado por los símbolos de los evangelistas, ángeles o santos. Se sustituye en ocasiones por la Virgen entronizada presentando al Niño. Bajo estas representaciones se halla un friso con figuras de los santos o apóstoles, al que, frecuentemente, le sigue otro con escenas evangélicas, terminando la decoración con una cortina figurada.

Excepto en Italia, la técnica del mosaico es sustituida por la pintura el fresco, cuyas representaciones iconográficas, al igual que la escultura, busca la instrucción religiosa de los fieles.

La pintura románica mantiene la ausencia de la perspectiva y la actitud anti naturalista de etapas anteriores. La pintura fue muy importante en la época ya que todos los edificios debieron estar policromados. La pintura se situaba preferentemente en el interior.

El fondo es liso, por lo que la figura centra toda la atención del artista. El dibujo y los colores planos se yuxtaponen para crear intensos contrastes cromáticos.


Para delinear el contorno de la figura utilizan líneas gruesas de color negro o rojo, mientras que la forma de los rostros se consigue mediante manchas rojas redondeadas en mejillas, barba y frente.

El espacio se crea por la distribución de las figuras en el espacio. La técnica más utilizada fue la del fresco, lo que requería una cierta preparación del muro: estucado. También se pintó sobre tabla, para poner en los altares. La composición seguía las convenciones del relieve.
Al igual que la escultura, su ubicación en el templo también está esquematizada.

En la pintura románica destaca la miniatura, que está realizada por gente letrada. Su objetivo era el de decorar libros para la gente que sabía leer, por lo que no tiene la intención didáctica de las demás obras.


Entre los temas más representados en la pintura románica destacamos los que salen del último libro de la Biblia: el Apocalipsis. Esto se debe a la mentalidad de la época, muy influenciada por el fin del primer milenio, con el que asociaba el fin del mundo y el Juicio Final.


Otro tema podía ser el de los Tetramorfos, que representa a los cuatro evangelistas acompañados de sus símbolos, aunque a veces estos símbolos aparecen solos: toro (San Lucas), león (San Marcos), águila (San Juan) y ángel (San Mateo). Este tema iconográfico se seguirá utilizando en el gótico.

Se trata en general de imágenes hieráticas, sin movimiento y bastantes antinaturalistas. La anatomía está bastante desproporcionada, y no existe la perspectiva.

La pintura mural románica es una pintura bidimensional, sometida a un soporte que viene determinado por la arquitectura. Este arte se apartará de la imitación de la realidad para dar una imagen interpretativa, un símbolo, en el que se busca la esencia de lo que epresenta.

Las figuras se dibujaban según ejes verticales y horizontales de simetría. La línea es el elemento predominante, dibujando las figuras y definiendo las zonas donde se aplicarán los colores. Entre los colores utilizados por el pintor románico destacamos el color blanco de la cal, el negro del hollín, pigmentos como el ocre amarillo, verde, azul…
Éstos serán tratados como tonos fuertes, ya que las pinturas se verán con poca luz.

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