domingo, 24 de enero de 2010

EL GÓTICO


La arquitectura gótica es la forma artística sobre la que se formó la definición del arte gótico, el estilo artístico, comprendido entre el románico y el renacimiento, que se desarrolló en Europa Occidental la —cristiandad latina— en la Baja Edad Media, desde finales del siglo XII hasta el siglo XV, aunque más allá de Italia las pervivencias góticas continuaron hasta los comienzos del siglo XVI.


El vocablo «gótico» es el adjetivo correspondiente a godo y fue utilizado en este contexto por primera vez por el tratadista florentino Giorgio Vasari (1511–1574), quien en su famosa obra de biografías de pintores toscanos, incluye varios capítulos sobre el arte en la Edad Media. En sentido peyorativo usó este término para denominar la arquitectura anterior al Renacimiento, propia de los bárbaros o godos, cuyos componentes le parecían confusos, desordenados y poco dignos, por contraste a la perfección y racionalidad del arte clásico. En su propia época, se solía denominar como opus francigenum (estilo francés), por referencia al origen de la innovación. Paradójicamente, en la España del siglo XVI se calificaba al gótico final (isabelino o plateresco) como la forma de construir a lo moderno, mientras que la arquitectura clasicista que introducía el renacimiento italiano era vista como una forma de construir a la antigua o a lo romano.

¿Donde surge?

El estilo gótico nació como tal, en el norte de Francia, a principios del siglo XII, como una evolución técnica de las formas de las escuelas románicas regionales, aunque ya a finales del siglo XI se había construido en Inglaterra la catedral de Durham, con bóveda de crucería y estructura gótica. En los primero momentos, en el denominado estilo de transición, que se alarga hasta finales del siglo XII, se sigue manteniendo cierta forma o fisonomía románica. Por ejemplo, en el primer gótico se mantiene una estructura de proporcionalidad, base clásica, en las fachadas, propia del románico, que se puede observar en la catedral de Notre Dame de París, que más adelante se perderá en beneficio de efectos mucho más verticales. De forma esquemática se dice que la arquitectura de este periodo es una arquitectura románica con bóvedas y arcos apuntados.

¿Cuál es su expansión por Europa?

La difusión de la arquitectura gótica fue muy amplia desde su nacimiento en Francia alcanzó plenamente a Inglaterra, España, Italia y Alemania y con ella todo el Sacro Imperio Germánico, uno de los grandes elementos que contribuyó a su difusión fue la expansión de la orden de Cluny. Alcanzó puntos tan lejanos como los países nórdicos europeos y lugares del oriente mediterráneo como Rodas, Chipre y Siria donde arribaría de la mano de los cruzados. Al comenzar el siglo XIII el estilo gótico, denominado en este periodo, gótico clásico, llega a su perfección en las regiones de Normandía y la isla de Francia, territorio de dominio real de los alrededores de París. Desde allí se extendió a todo el resto de Francia. Se difundió durante el siglo XIII al Sacro Imperio Germánico, Inglaterra, España e Italia, llevado sobre todo por los monjes del Císter y llegó a alcanzar las islas de Rodas y Chipre y Siria transmitidos por las Cruzadas.

Características de la arquitectura gótica


Planta original de Notre-Dame de París.

La arquitectura gótica presenta innovaciones técnicas y constructivas notables, que permitieron levantar estructuras esbeltas y ligeras con medios y materiales sencillos. Las principales aportaciones constructivas, al igual que en el románico, se centran en las cubiertas.

La Planta

La planta de las grandes iglesias góticas responde a dos tipos principales:
  • De tradición románica. En él se observan casi las mismas formas que en el estilo románico y más comúnmente la de cruz latina, con girola o sin ella pero con los brazos poco salientes y con los ábsides o capillas absidiales frecuentemente poligonales. Las iglesias abaciales, sobre todo, cistercienses, siguen este tipo con brazos muy salientes como en la época románica. Y en las iglesias menores o populares se adopta como planta más común la de cruz latina o la rectangular y con un solo ábside poligonal en la cabecera.
  • De salón. La planta carece de crucero de brazos salientes (aunque no deja de ostentarse más o menos la simbólica cruz de en medio), el templo de salón presenta una disposición basilical y posee, como mínimo, tres naves de igual altura y, por consiguiente, un sistema de iluminación lateral. Los espacios interiores son amplios y desahogados, abarcables con una sola mirada y tremendamente unitarios, de ahí que parezcan o tengan el aspecto de un gran salón.
    En todo caso, la planta se divide en tramos rectangulares o cuadrados determinados por las columnas y arcos transversales y sobre éstos, cargan las bóvedas de crucería. Desde mediados del siglo XIII se hace común el abrir capillas en los lados de las iglesias, entre los contrafuertes, para satisfacer la devoción de los gremios o cofradías y del pueblo en general, ya que antes de esta época era raro admitirlas fuera de los ábsides.


    Arco apuntado






La Bóveda de crucería


La bóveda de crucería, conformada por arcos apuntados, a modo de esqueleto, es más ligera que cualquier otro tipo de bóveda construida hasta la fecha. La utilización de este tipo de arco formando un esqueleto tridimensional unitario refleja el alto conocimiento técnico que alcanzaron los constructores de catedrales.


El periodo primero se distingue por la sencillez de los arcos cruceros o diagonales que son simples y llevan pocas molduras. En el segundo, se aumenta la crucería con arcos o nervios secundarios y los llamados terceletes para sostener los témpanos de plementría ya que las bóvedas se hacen más amplias. A la vez, se molduran todos los arcos, mayormente los diagonales y éstos y demás nervios reciben más perfiles y se ligan con nervios transversales. En el tercer periodo se añaden nuevos terceletes y nervios secundarios con sus ligaduras aun sin necesidad alguna y se generaliza la bóveda llamada estrellada (por la figura del conjunto) y los nervios y arcos se perfilan con más delicadeza. En el primer periodo se usó con alguna frecuencia la bóveda sexpartida (dividida en seis témpanos) para los tramos de bóveda de la nave central cuando ésos se hacían cuadrados y correspondían cada uno de ellos con dos de las naves laterales.

Desde finales del siglo XV, se adornaban las claves de las crucerías en muchos edificios con florones de madera o de metal, dorados o policromados conocidos con el nombre de arandelas. Pero ya desde los principios del estilo se decoran dichas claves con variados relieves.

Los ábsides góticos se cubren también con diferentes bóvedas de crucería pero de tal suerte que los arcos o nervios concurren todos a una clave central formando crucería radiada y muy a menudo se da al cascarón una forma gallonada o dividida en compartimentos de boveditas parciales más o menos salientes o profundas. Esta disposición, al paso que refuerza y embellece el ábside, contribuye mucho a la sonoridad de la iglesia sobre todo, para los cantos desde el presbiterio.


Resolución del problema de los empujes de las bóvedas: Contrafuertes y arbotantes


Para soportar el empuje del peso de las bóvedas, en vez de construir gruesos muros como se realizaba en el románico, en el que los contrafuertes adoptaban la forma de pilares adosados exteriormente al muro, con un ancho creciente en su base; los arquitectos góticos idearon un sistema más eficiente: los contrafuertes con arbotantes.

Los contrafuertes se separan de la pared, recayendo el empuje sobre ellos por medio de un arco de transmisión denominado arco arbotante. Todavía se puede alcanzar una mayor resistencia colocando a continuación un segundo contrafuerte. Los arbotantes también cumplen la misión de albergar los canales por donde descienden las aguas de los tejados y evitar así que resbalen por las fachadas.


Por un lado, la disposición de estos machones transversales permitía hacer fachadas no portantes, esbeltas, con enormes huecos. Por otra parte, al conectar los contrafuertes por medio de arcos arbotantes a la estructura principal se ganaba brazo de palanca y se liberaba espacio para situar naves laterales, paralelas a la nave principal.


Los botareles y demás contrafuertes se decoran, montando pináculos sobre ellos para que tengan más peso y resistencia, logrando así con estos remates el doble fin constructivo y estético.


El sistema de arbotantes y contrafuertes de las iglesias góticas constituye un elemento característico que embellecen el exterior de los edificios, pero a la vez, ponen de manifiesto la propia fragilidad estructural, ya que sujetan el edificio a modo de apuntalamiento externo.

El muro gótico: Ventanas y vidrieras


La reducción de la estructura sustentante al mínimo imprescindible permitió abrir grandes huecos en los muros de las fachadas. Los artistas de la época pudieron dar rienda suelta a su imaginación creando un arte desconocido hasta la fecha.


Las ventanas del periodo de transición suelen ser como las románicas de arco apuntado. Pero luego se ostenta el verdadero ventanal gótico amplio y decorado en su parte superior con hermosos calados de piedra, los cuales se forman de rosetoncillos combinados, siempre sostenidos por columnillas o parteluces. En el siglo XIV se complica la tracería multiplicándose los rosetoncitos y adelantando ya el XV se combinan las líneas formando curvas serpenteantes constituyendo el calado flamígero.


Una cosa parecida se observa en los grandes rosetones que se colocan en lo alto de las fachadas: al principio, toman la forma radiante y sencilla aunque en iglesias suntuosas es algo más complicada. Se multiplican los adornos de la rosa en el siglo XIV y en el XV llega a ser la tracería un verdadero laberinto de curvas enlazadas. No faltan en todas las épocas sin embargo ventanas menores de traza más sencilla y pequeños aljimeces. Ventanas y rosetones suelen cerrarse con magníficas vidrieras polícromas e historiadas donde a su modo se ejercita el arte pictórico monumental ya que apenas le dejan espacio para su desarrollo los escasos lienzos de pared que median entre los referidos vanos en las iglesias suntuosas. Pero en las más humildes se sustituyen las vidrieras por láminas de piedra translúcida y aun tal vez por encerados.


El arco apuntado


El arco apuntado es uno de los elementos técnicos más característicos de la arquitectura gótica y vino a suceder al arco de medio punto, propio del estilo románico. El arco apuntado, a diferencia del arco de medio punto, es más esbelto y ligero por transmitir menores tensiones laterales, permitiendo adoptar formas más flexibles, resulta más eficaz, pues gracias a su verticalidad las presiones laterales son menores que en el arco de medio punto, permitiendo salvar mayores espacios. Durante el gótico el arco apuntado mostró variantes como el arco conopial durante el denominado gótico flamígero o el arco Tudor, durante el denominado gótico perpendicular inglés.
Puertas

En las puertas y la fachada despliega el arte gótico toda su magnificencia y su concepción teológica. La portada gótica admite la misma composición fundamental de forma abocinada, que la románica pero se multiplican las arquivoltas y se añade una mayor elevación de líneas con más riqueza y finura escultórica guardando siempre en arcos y adornos la forma propia del nuevo estilo. Encima de la puerta suele colocarse un elevado gablete.


Las portadas más suntuosas llevan imágenes de apóstoles y de otros santos bajo doseletes entre las columnillas (y a menudo, también otras menores entre las arquivoltas) flanqueando el ingreso el cual está dividido por un parteluz que sirve de apoyo a una estatua de la Virgen María o del titular de la iglesia.

Las iglesias del Cister y otras menores que se modela a imitación suya carecen de imaginería en la portada, la cual se compone del grande arco abocinado y decorado con simples baquetones y alguna ornamentación vegetal o geométrica. La finura en la ejecución de la obra escultórica y la multiplicación progresiva de las columnillas y molduras con el adelgazamiento de ellas, denuncian mejor que otras las señales de la época de la construcción de las portadas. Pero las del último periodo desde mediados del siglo XV se reconocen sobre todo por la multitud y pequeñez de los detalles por la arquivolta conopial, cargada de frondas retorcidas y por otros ornamentos de la época.


Edificios góticos en Florencia y Siena:


Santa María del Fiore

La Basílica de Santa Maria del Fiore es la catedral (Duomo, en italiano) de la archidiócesis católica romana de Florencia, notable por su cúpula. Es una de las obras maestras del arte gótico y del primer Renacimiento italiano.

Símbolo de la riqueza y del poder de la capital toscana durante los siglos XIII y siglo XIV, la catedral florentina es uno de los edificios más grandes de la cristiandad. Su nombre (que se traduce como «Santa María de las Flores») se refiere al lirio, símbolo de Florencia, o al antiguo nombre del pueblo llamado Fiorenza. Pero, por otra parte, un documento del siglo XV afirma que la «flor» se refiere a Cristo.


Destaca, de forma singular, la grandiosa cúpula de Brunelleschi, de 100 metros de altura interior, 114,5 metros de altura exterior, 41 metros de diámetro interior y 45,5 metros de diámetro exterior;1 el campanario independiente del Giotto, de 82 m de altura, y el baptisterio de San Juan, construido en Florencia después de la Basílica de Santa Cruz y Santa María Novella con las famosas puertas de bronce de Ghiberti. El conjunto, formado por la iglesia, el campanario y el Baptisterio de San Juan, en el centro de la ciudad, constituye una de las joyas artísticas y arquitectónicas de Florencia.


Palazzo Vecchio

El Palazzo Vecchio (traducido al español, Palacio Viejo) se encuentra en la Plaza de la Señoría, en Florencia (Italia). En su interior el palacio acoge un museo en el que se exponen obras de: Bronzino, Miguel Ángel, Giorgio Vasari y otros.

Llamado, en origen, Palacio de la Signoria, nombre del organismo principal de la República florentina, fue cambiando de nombre: Palacio del Priori o Palacio Ducal, dependiendo de los diversos gobiernos de la ciudad.


La primera construcción se atribuye a Arnolfo di Cambio que la inició en 1299 incorporando la antigua torre de Foraboschi en la fachada. Tras la muerte de Arnolfo, en 1302, el palacio fue terminado, por otros artistas, en 1314.


La forma exterior del edificio es la de un paralelepípedo y en la fachada principal se encuentra la Torre de Arnolfo, uno de los emblemas de la ciudad.
En 1400 la torre y el jardín interior tuvieron que ser reconstruidos ya que corrían peligro de derrumbarse.


Entre sus estancias más importantes, sobresale el Salón de los Quinientos, cuya decoración mural se encomendó a Leonardo da Vinci (La batalla de Anghiari) y a Miguel Ángel (La batalla de Cascina). Lamentablemente, ninguna de ambas pinturas se completó y las paredes fueron recubiertas por otros artistas.


Entre 1540 a 1550 el edificio fue utilizado como residencia de Cosme de Médicis llamándose, entonces, Palacio Ducal.


Catedral de Siena

Duomo di Siena es la catedral medieval de Siena, Italia.

La Catedral, al principio fue diseñada y terminada entre 1215 y 1263 sobre el sitio de una estructura más antigua. Tiene la forma de una cruz latina con un crucero, un domo y un campanario. La base del domo es octagonal y sólo se hace circular encima de las columnas de apoyo. La linternilla, encima del domo, fue añadida por el famoso Gian Lorenzo Bernini. La nave principal está separada de las otras dos naves por arcos de medio punto. El exterior e interior están construidos de mármol rayado blanco y verdoso negro, con la adición de mármol rojo sobre la fachada. Blanco y negro son los colores simbólicos de Siena, sacado de los caballos blancos y negros de los fundadores legendarios de la ciudad: Senio y Asquio.




La escultura Gótica:


La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto se extiende desde finales del siglo XII a comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana.

La dependencia de la escultura gótica frente al soporte arquitectónico continúa siendo muy importante, como en el periodo románico, aunque se producen algunos cambios: los capiteles dejan de ser un espacio preferente para los relieves; las arquivoltas de los pórticos pasan de ser decoradas en sentido radial para serlo en el sentido de los arcos (ahora apuntados); el altar mayor pasa a acoger retablos cada vez más complejos, que pueden ser pictóricos o escultóricos (habitualmente de madera policromada, no hay que olvidar que la policromía acompañaba también a la escultura en piedra). Las esculturas de bulto redondo empiezan a independizarse de las paredes y a hacerse cada vez más autónomas. Las adosadas a las columnas y parteluces se hacen más esbeltas y dinámicas. Se considera a las del pórtico oeste (el llamado real) de la catedral de Chartres (hacia 1145) el ejemplo más temprano del gótico, y significaron una revolución en el estilo y un modelo para generaciones de escultores, que parecen provenir de la región de Borgoña.

Ángel de la sonrisa, catedral de Reims, siglo XIII.

La expresividad cambia, haciéndose menos hierática y más expresiva, reflejando sentimientos (dolor, ternura, simpatía), acentuando la tendencia del último románico (por ejemplo el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela), y en coincidencia con una nueva mentalidad, más urbana y próxima a los conceptos filosóficos de hombre y naturaleza en la filosofía escolástica y la renovación de la espiritualidad (herejías medievales, San Francisco de Asís). En concreto la representación de las distintas escenas de la vida de Cristo se hacen desde una perspectiva más humana, con el fin de acercarlo a la experiencia vital de cada fiel: desde el Nacimiento hasta la Crucifixión. La representación de la Virgen María, sola o con el niño (como Madre de Dios o Theotokos), suele hacerse más femenina y maternal, mientras que en el románico solía reducirse a un mero trono donde Cristo se sienta para gobernar al mundo.

Todo lo anterior podría decirse igualmente de la pintura de su época (ambas artes plásticas son en gran medida coincidentes, en ambos casos limitados al arte figurativo). En cuanto a la temática de ambas, sigue siendo casi exclusivamente religiosa, aunque es posible encontrar algunas manifestaciones que no lo son del todo, como retratos, paisajes... a diferencia del románico, en que el monopolio de la temática religiosa es aún más claro. En Alemania aparecerá por primera vez desde la Antigüedad clásica una escultura ecuestre de bulto redondo, el Jinete o Caballero de Bamberg (1240, catedral de Bamberg).

En cambio, el arte cisterciense, una de las corrientes espirituales y estéticas que representan la esencia del gótico inicial (basada en las ideas de Bernardo de Claraval), es un movimiento casi iconoclasta, pues rechaza la utilización de esculturas y pinturas en los monasterios (aunque las justificaba en las parroquias).

Las vírgenes necias, catedral de Magdeburgo, hacia 1250.


La pintura gótica:


Un estilo de pintura que pueda llamarse «gótico» no apareció hasta alrededor de 1200, o casi 50 años después del comienzo de la arquitectura y la escultura góticas. La transición del románico al gótico es muy imprecisa y no hay un claro corte, pero podemos ver los comienzos de un estilo que es más sombrío, oscuro y emotivo que en el periodo previo. Esta transición ocurre primero en Inglaterra y Francia alrededor de 1200, en Alemania en torno a 1220 e Italia alrededor de 1300.

Es usual indicar que, mientras en el románico las representaciones figurativas son simplificadas e idealizadas, en el gótico se tiende a aumentar el realismo y naturalismo, aproximándose a la imitación a la naturaleza que será el ideal del renacimiento, incluyendo la representación de paisajes, que, no obstante, sigue siendo poco usual.

En el gótico, en correspondencia con las nuevas tendencias filosóficas y religiosas (recuperación de la filosofía de Aristóteles a través del averroísmo, humanismo de San Francisco de Asís) se tendió a aproximar la representación de los personajes religiosos (los santos, los ángeles, la Virgen María, Cristo) en un plano más humano que divino, dejándoles demostrar emociones (placer, dolor, ternura, enojo), rompiendo el hieratismo y formalismo románico.


También hay lentos avances en el uso de la perspectiva y de otras cuestiones técnicas en pintura en cuanto al tratamiento de los soportes (que permiten la mayor difusión de un arte mobiliar), los pigmentos y los aglutinantes.
La pintura, esto es, la representación de imágenes sobre una superficie, durante el periodo gótico, se practicaba en cuatro técnicas principales:


Pintura mural

La pintura mural o frescos siguieron usándose como el principal medio para la narración pictórica en las paredes de las iglesias en el Sur de Europa, especialmente en Italia, como una continuación de las tradiciones cristiana y románica anteriores. Fuera de Italia no se cultivaron mucho. Italia, apegada a la forma basilical de las iglesias, conservó mayor extensión en los muros para las pinturas y mosaicos que narrasen historias religiosas.
En la Toscana, las escuela sienesa y florentina, con el Giotto como el más grande de los pintores del Trecento, continuaron la tradición de la gran pintura mural, ya que la arquitectura gótica no llegó a echar raíces en Italia como en Francia. Esta pintura toscana del Trecento, siendo plenamente gótica, anticipa ya el Renacimiento. Los nombres más destacados fueron Cimabue y Giotto.



Vidrieras

Frente a lo que ocurre en Italia, en el norte de Europa, las vidrieras fueron el arte preferido hasta el siglo XV. El desarrollo de la Arquitectura gótica con la progresiva sustitución del muro por grandes ventanales con vitrales de colores que permiten el paso hacia el espacio interior de una luz polícroma y matizada, implicó, en las grandes catedrales góticas de Francia, a la práctica desaparición de la pintura mural que se había desarrollado ampliamente en los muros de las iglesias románicas.

El muro translúcido fue el primer espacio propio o ámbito donde se desarrollaron las artes del dibujo y del color en el Gótico. Durante la Baja Edad Media el arte de los vitrales de las catedrales e iglesias se desarrolló, en Europa, paralelamente con la arquitectura gótica, la cual se caracterizaba por la altura de sus naves y la audacia de sus estructuras con bóvedas de crucería que se apoyaban en esbeltos soportes y arbotantes para transmitir al suelo el peso y el empuje de las bóvedas, liberando de las funciones resistentes a los muros de los edificios que progresivamente fueron sustituidos por ventanales y tracerías o encajes de piedra con vitrales de color.

En una primera etapa los colores son vivos y saturados, el plomo delimita las formas, las cuales son delineadas con precisión para poder ser vistas a través de la irradiación luminosa de la vidriera, ello conduce a la tendencia de descomponer la vidriera en medallones, nichos u otro tipo de compartimentos. Las vidrieras revelan, más que ningún otro arte, el componente irrealista y artificial del arte gótico.

A mediados del siglo XIII se produce una modificación profunda de la gama de colores ya que los fondos incoloros se asocian a los tonos quebrados de las escenas y figuras. Con una gama potente pero restringida, las menudas figuras humanas se hacen más agitadas y libres. En la Iglesia de San Urbano de Troyes (hacia 1270) o en las vidrieras de medio punto de la catedral de Beauvais, es donde se dan los mejores ejemplos de estas innovaciones.
En el siglo XIV, tras el descubrimiento del amarillo de plata los vitrales ganan en ligereza, llenándose de un preciosismo dorado que antes nunca tuvieron. En Normandía, en el coro de Saint-Ouen de Ruán y en la Catedral de Evreux se hallan las vidrieras más bellas. El arte de las vidrieras culmina en un estilo exquisito de una calidad igual o superior a las obras maestras de la miniatura. En la cuenca del Loira, en Champaña o en Alsacia se completa el panorama de las vidrieras en Francia, culminando en las naves laterales de la Catedral de Estrasburgo.

En Inglaterra destaca la gran ventana occidental de la catedral de York. En España, las vidrieras más destacadas son las de la catedral de León.


Miniaturismo e ilustración de libros

Los manuscritos iluminados representaron la más completa documentación de la pintura gótica, registrando en sus miniaturas la existencia de una serie de estilos en lugares donde no han sobrevivido otras obras monumentales. En la pintura de los códices (o miniaturas), sobre todo en Francia, buscando la realidad y delicadeza en las figuras, todavía les faltaba mucho a éstas para ser modelos en dibujo y perspectiva.


Las miniaturas consistían en pequeñas composiciones : pinturas o dibujos de figuras enmarcadas en las letras iniciales o en diversos compartimentos como medallones, arabescos etc. Se llamaban miniaturas porque se realizaban con minio, u óxido de hierro, mezclado con colorantes naturales.


En el periodo románico y en el primer gótico los temas tenían carácter sacro, su composición estaba influida por criterios similares a los que regían para los vitrales de las catedrales e iglesias del propio periodo. En el siglo XIV, se introdujeron temas profanos y el arte de las miniaturas se trasladó a los talleres artesanos de París, Borgoña y Flandes.

Los manuscritos ilustrados tuvieron una amplia difusión internacional, a través de las cortes de la nobleza europea.

Destacados miniaturistas fueron Jean Pucelle, Jacquemart de Hesdin y los hermanos Limbourg. Quizá el más famoso manuscrito gótico sean Las muy Ricas Horas del Duque de Berry.


Pintura sobre tabla

Aunque se ha dicho que la pintura gótica tiene su espacio propio en los grandes vitrales de las Catedrales y en las miniaturas polícromas de los libros, lo cierto es que la pintura propiamente dicha donde subsistió fue en los retablos, las tablas pintadas que forman los frontales o los laterales de los altares y en los muros de las capillas laterales. Puede diferenciarse, además, entre los retablos, que son tablas pintadas o esculpidas que ornamentan los altares de las iglesias, y las tablas de devoción, individuales, de menor tamaño, que adornan las iglesias y las casas particulares.


La pintura sobre tabla, generalmente retablos, se impuso por toda Europa. En el siglo XV era ya la forma pictórica predominante, suplantando incluso a las vidrieras. De tablas o frontales únicos se pasó a dípticos, tríptico, y luego complicados polípticos que combinaban numerosas piezas hasta llegar a los grandes retablos del siglo XIV, con muchas tablas que se organizan con el banco o predela (cuerpo inferior) y calles verticales, separadas por estrechas entrecalles; en la calle central se representaba el tema principal del retablo.


Se ejecutaba al temple, que usaba como aglutinante el huevo o la cola obtenida de los huesos de animales. Es novedad de la última fase del gótico el cambiar ese aglutinante por aceite, dando así lugar a la pintura al óleo. El óleo sobre lienzo no se hizo popular hasta los siglos XV y XVI y fue el punto de partida del arte renacentista.

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